Miradas

LA VIGA EN EL OJO PROPIO

nosotros estamos del lado de los buenos
lo sé
lo oigo cada día
aquí las mujeres no usamos velo
peor el burka infamante que te oculta al mundo de la cabeza a los pies
no se nos apedrea públicamente
no se nos corta el clítoris
se nos permite estudiar
trabajar fuera de casa
legislar
participar en las olimpiadas

vestirnos como queramos
pero el paraíso también tiene recovecos de sombra
en donde dicen que es mala educación no teñirse las canas
o en donde una mujer sencillamente puede dejar de comer hasta matarse
o comer y obligarse a vomitar una y otra vez
para tener valor de usar un bikini
sin temor a la crítica por pesar dos kilos demás
y de que se le note donde otros dicen que no se le debe notar
la lapidación se hace en redes
cuando una mujer política del lado contrario se ha tomado una foto sin ropa
y un periodista tartamudo la llama puta /disimuladamente/
así como alguna vez llamó gorda y le deseó el ridículo a una brillante ministra

si una niña acosada se suicida
será su culpa
si otra muere por un aborto clandestino
será culpa de los padres que no la supieron educar
si la recién divorciada se queda sin amigas y nadie la vuelve a invitar
no es porque nadie tenga nada contra suya
pero puede robarnos el marido
en la necesidad nunca se sabe
y qué decir de la niña muerta a golpes porque les caía mal a sus compañeros de clase
de las jóvenes turistas violadas y asesinadas en una playa de un país lejano
de tantas y tantas muchachas que en cualquier parte del mundo salieron un día de su casa
y sus cuerpos se encontraron meses después /cuando se encontraron/

ultrajados
desmembrados
violentados de palabra obra y omisión
tanta pregunta ‘cómica e inocente’
tanto minimizar sus logros y reducirlos a un escape de lo doméstico
y eso por no hablar de las que fueron quemadas por conocer los secretos del cuerpo y de la tierra
de las que fueron humilladas en nombre de Dios por tener demasiada inteligencia
de las que dónde andaban y a qué hora y está segura de que no se le insinuó
tantos burkas que no son de tela
tantas piedras hechas de palabras
tantas miradas burlonas y lascivas envueltas en el velo de la maldad

tanta inseguridad detrás del inconfesable temor a no tenerlo demasiado grande
talibanes y talibanas que se rasgan las vestiduras por Kabul
mientras su corazón supura odio y maledicencia
o por lo menos algo de estulticia
pero estamos felices porque aquí no nos matan
tan solo
nos condenan a vivir
entre el vaho maloliente de sus miedos y prejuicios

Lucrecia Maldonado, buscadora de sí misma. Perseguidora de utopías y sueños disparatados. Amante de los gatos y la música de Bach. A veces, terca y malcriada, a veces, cordial y conciliadora.